Alguien abre un fotolog como si fuera una niña. Se gana la confianza de una niña de 12 años. Consigue que la acepte en el Messenger. Logra que juegue a “hacerse la loca” frente a la webcam. Luego la amenaza con enviar esas imágenes a sus padres. “Si no haces lo que te digo, tal cosa”. Y si todo termina muy mal, el final es el abuso sexual.
El grooming es un nuevo fenómeno, una forma de abuso sexual utilizando las nuevas tecnologías. Mientras que el niño/a dependa psíquica, emocional y materialmente del adulto, quien muchas veces representa un rol de autoridad, se tratara de un abuso, configurando, un delito contra la integridad sexual y vulneración de derecho de los niños.
En la jornada de Delitos Informáticos organizada el Instituto Federal de Estudios Parlamentarios (IFEP)argentino, el comisario Rodolfo Koleff, jefe de la división de Delitos en tecnologías y análisis criminal de la Policía Federal, resaltó la necesidad de reformar el código penal de paises como Argentina, donde no se pena la tenencia de pornografía infantil a no ser que tenga “fines inequívocos de distribución o comercialización”, en cuyo caso la pena máxima es de 2 años de prisión.
Si bien es necesario y en forma urgente legislar este tipo de delito contra la integridad de los menores, con leyes concretas que contemplen los distintos tipos de abusos que se pueden generar a través de las nuevas tecnologías, es claro también que existe un problema general de inmadurez en cuanto a la entrega de datos personales y que son los chicos y su entorno familiar que deben construir pautas de autocuidados.
Así es más probable aún que disminuyan estos riesgos, si los chicos son educados en un ambiente de libertad responsable, en el que los padres estén presentes en todos los sentidos posibles. Y en el que la sexualidad sea un tema de conversación, no una prohibición “preventiva”.
Fuente: asociacionsud.org
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