Los cuerpos de seguiridad registran un considerable aumento de los delitos en Internet, entre los que destacan los de índole sexual —sobre todo la posesión y envío de pornografía infantil— y el acoso a menores que pecan de ingenuidad al contactar con desconocidos, el llamado «grooming». Este último apartado ha cobrado una fuerza tremenda gracias a la expansión imparable de las llamadas redes sociales.
El responsable de Investigación Tecnológica y Delitos Telemáticos de la Comandancia de la Guardia Civil de Sevilla,asegura que «internet es una herramienta maravillosa y una ventana al mundo, pero no se ha sabido enseñar a todos los jóvenes a usarla bien». Las cifras no dejan lugar a la duda. El número de delitos en la red se ha disparado, multiplicándose por algo más de quince en sólo cuatro años. La Policía Judicial afrontó en 2005 un total de 13 delitos de este tipo; en 2006 fueron 77; en 2007, 159; y el año pasado se investigaron en torno a 200.
El agente recalca que «el 80 por ciento de los casos se esclarece», aunque no deja de poner énfasis en que los registros aumentan a ritmo vertiginoso y en el creciente «grooming», el acoso a menores a través de los sistemas de conversación que ofrece el ciberespacio. «Ahora mismo se están investigando varios casos de este tipo de acoso en Sevilla y ya ha habido detenciones por asuntos anteriores englobados en este apartado», señala el experto de la Benemérita.
La edad crítica para convertirse en víctima del «grooming» está, según indica, entre los 11 y los 15 ó 16 años, «un perfil más propicio por la mayor ingenuidad de los chavales y sus ganas de conocer gente y cosas nuevas».
Este experto hace hincapié en la necesidad de que los padres usen filtros en los ordenadores, si bien destaca que «lo más importante es la educación y la naturalidad a la hora de tratar con los hijos todo lo relacionado con el mundo en el que ellos se conectan con otros amigos a través de las pantallas. Hay que enseñarles las ventajas de las nuevas tecnologías y también sus peligros, respetando su parcela de libertad pero sin dejar el asunto de lado, como en todas las otras facetas de la vida».
Para el agente Vigara, el problema tanto de los chats —salas de conversación— como de las «comunidades» es la posibilidad de «entrar en contacto con gente desconocida a la que se le aportan datos de identidad» que luego se vuelven un problema. «En Tuenti, por ejemplo, se accede sólo si te invitan, pero se suele invitar a mucha gente de la que apenas se tienen referencias. Y a muchos “amigos de mis amigos” que igual luego no son quienes dicen. Y una vez que se pasa a las conversaciones privadas, el problema es el mismo en un chat, que en el Messenger o en las plataformas como Tuenti o Facebook. Es lo mismo. Al otro lado puede haber un pedófilo, que antes tenía que buscar chavales en un parque y ahora lo hace sin salir de casa». Con todo, el experto recuerda que «en la red se dejan más huellas que las que se pueden dejar robando una casa sin guantes».
Fuente: abcdesevilla.es
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